viernes, 29 de octubre de 2010

Cita a sordas.

Lo esencial es invisible a los ojos. Por eso, pese a mis dioptrias, lo distingo en la distancia. Tan sólido como el muro de piedra en el que se apoya. Tan vivo como el azul de su palestina.

Yo ya había visto antes su perfil transparente. Lo fui rellenando de letras, de ideas, de datos, de afectos. Lo coloreé con instantes robados en dos noches fugitivas. Pero había algo de lo que no tenía constancia: la palabra sagrada que imbuye de vida al golem. Me faltaba su voz.

La voz, que es pneuma y alma y aliento. La voz, que crea todas las palabras que componen una vida. La voz, que es el pensamiento cristalizado. La voz, que es como un lazo de sonido entre dos personas. Hay voces que se imbrican y brincan y se enzarzan y rozan. Hay voces que arrojan cada consonante como un relámpago y otras que fluyen como un rio manso. Hay voces de todos los sabores y cada conversación es una receta diferente.

Por eso estaba algo nervioso mientras él se acercaba, envuelto aún en silencio. Su boca custodiaba una infinidad de posibilidades sonoras guardadas con celo en el tórax. Como un segundo antes del big bang, todo era aun posible: cada tono, cada amplitud, cada timbre. En cuanto se rompiera el silencio solo quedaría una opción, la verdadera. El gato aparecería vivo o muerto. Su saludo sería conjuro creador y destructor al mismo tiempo.

Abrió la boca y pronunció la primera sílaba.

Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

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Así hablan las manos cuando riman los gestos y la voz es un viento de dedos y los gritos te clavan las uñas. Y la poesía se transforma en quiromancia:

http://www.fundacioncnse.org/miguelhernandez/poemas.html

martes, 26 de octubre de 2010

Avalancha

Hoy es San Lucas, hoy es nuestro día, hoy somos la horda blanca.

Se adivina nuestra llegada desde el horizonte, como una tormenta de espuma. Somos un ejército curativo en el que cada soldado lleva una bata por uniforme, un silbato por bandera y una garganta por fusil. Una mano se alza en puño y la otra sujeta el cachi cargado de pólvora líquida. No tenemos coronel, ni disciplina, ni estrategía. Aquí toda posición es vanguardia, todo gesto es motín, toda palabra es manifiesto.

Temen los decanos nuestra terapia invasiva. Para impedirnos el paso sellan las puertas del conocimiento aun cuando ya están suficientemente cerradas. Confían la vigilancia a las porras de sus rudos perros. Pero nada detiene a la marea de batas: se filtra por puertas y ventanas, anega los pasillos, inunda las aulas.

Ante la agresión quirúrgica, el sistema se revuelve como una anguila en el lodo. El kaos pacífico es para él el más letal de los venenos y cada célula de la corrompida institución intenta resistirlo por todos los medios. En una posesión demoníaca, se adueña de la voluntad del personal de enseñanza, mantenimiento y limpieza. En sus rostros deformados por la ira se puede ver aterradoramente clara la naturaleza abyecta del régimen universitario. Solo les mueve un instinto: el orden, el orden, ante todo hay que preservar el orden, a toda costa.

Nos llevamos insultos, desprecios y cardenales. Ganamos risas, euforia y amistades. Pero obtuvimos también algo mucho más valioso: una certeza. La certeza de que toda autoridad puede y debe ser desobedecida, que solo la razón y la moral (la verdadera moral) merecen seguimiento, que ante la voluntad de estudiantes, trabajadores y pueblos nada pueden hacer rectores, policías o gobiernos.

Cada octubre se abre una brecha en los muros de la UVA. Pero un día la excepción se convertirá en la regla, un día caerá hasta la última verja, un día el blanco de nuestras batas se teñirá de rojo y de negro y se contaminaran de esos colores togas y birretes. Y entonces no habrá más cerrojos, ni porras, ni escobazos. Y un alumno no necesitará valor para decir: esta puerta no se cierra.


lunes, 11 de octubre de 2010

Garrote vil




Viles. Viles vuestras lenguas emponzoñadas y vuestras manos traidoras. Viles vuestros ojos capaces de soportar tanto sufrimiento sin parpadeo alguno. Viles vuestros oídos que no atienden a los gritos de las madres. Viles vuestros labios incapaces de besar. Viles vuestras piernas que sostienen la ignominia. Vil la tierra que pisais y que os vomitará de su seno cuando llegue la bendita hora. Vil el odio que habeis sentido y que habeis provocado. Viles las muertes que habéis vivido en las vidas que habeis matado. Mil veces más vivos están nuestros muertos que vuestros viejos. Mil veces escupiríamos en vuestro nombre si no temiéramos manchar nuestra saliva. Mil veces maldecimos la carne que os engendró y la leche que os amamantó, pues sois una vergüenza para todo lo bueno y para todo lo vivo y para todo lo justo y para todo lo humano. El verbo amar reniega de vuestros nombres y los esquiva asqueado. Solo servís para la muerte. Solo a ella obedecéis, solo a ella rezais, solo a ella quereis. Es vuestra esposa, y vuestro dios y vuestro caudillo. Id con ella y no volváis, bastardos.

Solo servís para la muerte.


Por más que callen
por más vueltas que de el mundo
por más que nieguen los acontecimientos
por más represión que el Estado instaure;
por más que se laven la cara con la democracia burguesa;
por más huelgas de hambre que callen;
por más que tengan saturadas las cárceles;
por más pactos que desarrollen con los controladores de clase;
por más guerras y represión que impongan;
por más que intenten negar la historia y la memoria de nuestra clase;
Más alto diremos:
asesinos de pueblos
miseria de hambre y libertad
negociadores de vidas ajenas
más alto que nunca, en grito o en silencio,
recordaremos vuestros asesinatos
de gentes, vidas, pueblos y naturaleza.

De labio en labio, paso a paso, poco a poco.

Salvador Puig Antich, 30 de Marzo de 1948 - 2 de Marzo de 1974.


Que m'agrada el batec d'aquell cor que, lluitant,
dóna vida a la mort
a què l'han condemnat.
I si canto trist
és perquè no puc
oblidar la mort
d'ignorats companys
.