sábado, 31 de agosto de 2013

Zaptres

Eres una risa contenida, unas ojeras proletarias,
una duda siempre viva.
Eres mi no muy fiel lectora, mi leal amiga.
Eres la mañana que no vivo, la aurora que no veo,
los amaneceres que si alcanzo.
Eres un pokemon legendario, tipo fuego y tipo rayo.
Eres mi inconfesa envidia, un vínculo prohibido,
algunas noches de llanto.

Eres oro, bronce y plata:
orgullo de cuatro casas
y un sombrero.
Eres una boda en Atacama:
en los ojos tienes sal,
en la piel blanco desierto.

Eres griega sin hache, latina con jota,
un giga de tuenti, la sota de copas.
Eres zumo de endrina, trasteros secretos,
penicilina inyectada en vasos y besos.

Eres un perro aullando a Venus.
Eres yo si tuviese senos;
y si tú no los tuvieras,

quizá serías mi corazón. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Hoces como labios


Me gustaría ser combustible,
inflamable mobiliario urbano,
y que tú fueras, a ser posible,
borroka incendiario y armado.

Contenedor, coche, cajero,
ardiendo en tus rusos fluidos,
haciendo la primavera en enero,
prohibiendo el tedio y el frío.

Quisiera ser tu palestino al cuello
y que me atravesaran tu voz y tu ira
y resonar temblando en blanco y negro
al penetrarme tu mensaje de amor suicida.

Tu viejo pasamontañas
empapado en sudor, sangre y saliva;
ese que todas las mañanas
te reviste el rostro de rebeldía.

Ojalá fuera las botas
que calzases implacable
al pisar la corona
y la cabeza del culpable.

Las que ahora avanzan por el asfalto
de esta nauseabunda ciudad
sin dar un paso en falso
y tampoco uno hacia atrás.

Quiero ser la piel del muro
en el que tatúas una estrella roja
y protegerla con ladrillo mudo
y aplastar al que borrarla osa.

Una estrella, como tu fuerte mano,
de cinco puntas y sangre heroica,
que nos guíe en el cielo nublado
para conducirnos hasta la victoria.

Quiero que tu grito sea mi grito,
sea el grito del pueblo airado,
aunque sea ilegal y esté maldito
será el grito de un enamorado.

Quiero que me cantes al dormir
al oído las internacionales
y que me abraces para protegerme
del capitalismo y sus males.

Sentir en tu pantalón
algo que late y que muerde
y no saber si traes un molotov
o es que te alegras de verme.

Sueño con mi puño junto al tuyo,
dos puños de revolución empalmados,
golpeando aire, carne, escudo;
follándonos las calles a puñados.

Acariciar tu barba y tus nudillos
y que me comas hasta los huesos,
instaurando en mi cuerpo rendido
la república socialista de tus besos.