Regresé a mi patria no tan chica, patria de tierra verde y negro mar. Como siempre me saludó con sus palabras arcanas, que recuerdan el rugido del océano embistiendo contra los acantilados.
Me iba comiendo kilómetros y cabeza a partes iguales, con una cucharadita de cal y otra de arena (que nunca supe, ni quiero saber, cuál es la mala y cuál la buena). Pero duró poco, pues estoy venciendo a pesar de la lejanía y la proximidad, a pesar del olvido y la memoria, a pesar del silencio y de su voz, a pesar de él y de los otros y de nadie. A pesar de todo eso, yo.
Como decía, una vez escapé de su presencia y su ausencia, llegamos. Aparece la ciudad bajo nuestros pies (ruedas) como un anfiteatro de riscos. Y de noche, ya en el palco de la ría, nos rodean luminarias de aquelarre urbano. La ciudad de las cuestas.
Unas cuantas de ellas subimos y bajamos hasta llegar a nuestro destino. Un templo dentro del teatro. Allí Kaos. Bacanal. Euforia. Negro y blanco, rayado, parpadeante y epiléptico. Supongo que lo que allí viví se podría definir como místico: dejar de ser y simplemente hacer.
Larga vida a las zebras.
Y allí estaba yo, a orillas de mi agua preferida, a orillas de mi gente preferida, a orillas de mi vida preferida. A orillas. Pero las olas lamen mis pies, y soy feliz.
Y no llovió.
Escampa en el Cantábrico.
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Y tú, gemelo… quieres ser siamés o es que me estoy volviendo loco?
Quiero terminar el crucigrama, pero no se donde colocar tu maldito ventrículo izquierdo.
Sea como sea… no me sueltes de la mano, amigo
tu no tienes una camiseta super mona con un bichín diciendo algo así como lo de zebrahead???
ResponderEliminarmm encanta como t a kedao.. aunq st comentando dspues d ac.. tnto tiemp jiji yo tmb m lo pase genial...fue un dia muy distinto a otros
ResponderEliminarP.S. El gémelo, tras años de gestación, se volvió siamés oral durante unos instantes.
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