En el juzgado todos hablaban
lenguas diferentes.
Unos utilizaban el idioma de las montañas
que era el de sus madres
y sus abuelas.
No lo hacían por afán de aislamiento,
ni por ignorancia, ni simplemente por joder.
Sino porque la palabra
orlegia transmite más desprecio que verde
Y sakaila duele menos que una herida.
Los otros, como de costumbre,
emplearon el lenguaje del cuchillo,
ese que es más antiguo que Atapuerca,
ese que les enseñaron sus padres y su caudillo.
En sus frases formales se entreveían
hideputas, etarras, cabronazos,
entremezclados con sangre y con saliva
y abundantes e incisivos puñetazos.
De la tribuna al otro lado
los excelentísimos magistrados
hablaban un idioma extraterrestre
que nada entendía
de vísceras ni de humanos.
La sentencia fue pronunciada
en ese guirigay incomprensible
poblado exlusivamente de mayúsculas
que todos escucharon, pero nadie entendió.
Para confort de mis lectores
aquí dejo la traducción
encargada por burofax urgente
a cierto jurista marciano.
“11 torturadores son puestos en libertad
sin cargos.
Otros cuatro se tirarán una temporadita
con sus amigos en la cárcel
y un tiempo después volverán
a ejercer el terrorismo en nombre del estado.
Con respecto a las dos víctimas,
sigue en pie su pena de 1000 años de prisión
aunque el proceso en el que se dictara
incumpliera los derechos humanos.
Así seguirán recibiendo entre rejas
las vejaciones que merecen.
Esto sentencia este tribunal en nombre de
dios, la patria y el rey.”
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article21038
http://elcaminodehierro.blogspot.com/2010/12/democratas-torturadores.html