lunes, 28 de diciembre de 2009

Avada Kedavra





Verde.

Como los ojos de una dríada y el vello púbico de un fauno. Es tener un orgasmo en una jungla de algas.

Verde

Como los helechos del Edén. Una promesa que nunca se cumple del todo. El pecado en el que debes caer.

Verde

Como el heleado de pistacho. Está escondida en un infinitesimal de tiempo y sabor.

Verde

Como el sable de Yoda. Fuerza, templanza y sabiduría.

Verde.

Como la electricidad de otro universo. Nunca nos electrocutará del todo.

Verde.

Como un cuchillo ritual azteca. Requiere sacrificios. Está hecha de símbolos. Se mata en su nombre.

Verde

Como un perro rojo. Depende del cristal con que se mire.

Verde.

Como el nombre de la Tierra. Como el nombre del Viento. Es una sílaba impronunciable e incomprensible.

Verde

Como un trébol de cuatro hojas. Nunca sabes cuando ni donde te la vas a encontrar.

Verde

Como el mar cantábrico. Te emborrachará de espuma y sal.

Verde

Como una maldición imperdonable. Solo la muerte le da sentido.

Verde feérico, brillante, primitivo y telúrico. Verde que nace, crece, muere y resucita. Verde lisérgico. Ultraverde.

La alegría vibra a 550 nanómetros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario