sábado, 17 de julio de 2010

Pez luna.


Odio ser baco,
odio ser hombre,
odio ser humano,
odio ser animal,
odio ser algo.

Solo deseo ser.

Porque cada plomizo atributo que se empeña en sujetar mi verbo me descuartiza, me amputa del universo, me extirpa mil amores.

De las mujeres,
de los apolos,
de las nutrias,
de la leña,
de la caries del colmillo del lobo más viejo de la manada.

Hasta que sólo me queda la nada
-femenino plural-
una nada muy bien definida,
una nada más fina que la tapia de un cementerio,
más transparente que el hormigón,
más fría que la llama de los cirios.

Y yo quiero amar a las ranas,
y a las piedrecillas,
y que las avispas se enamoren de mis labios
y la hierba de nuestros pies.

Pero resulta que la avispa es avispa.
Y mi labio es labio.
Que todo tiene forma y es ceniza.

Y aunque me arranque los ojos
y ciegue a la humanidad entera
y apague al sol y a la luna y a las estrellas
y sofoque todo rayo y todo flash
e incendie la última central eléctrica sobre la faz de la tierra,

aún así, tú me reconocerás cuando te bese
y huirás asqueado, gimiendo cuchillos
que recolectaré con cariño suicida,
engulléndolos de un trago
para que me corten las branquias
con una bocanada de plata.


Estudiante 1: Y, sin embargo, por eso los han asesinado
Estudiante 2: Porque están locos, yo subo dos veces todos los días a la montaña y no me da tiempo para pensar si es hombre o mujer o niño, sino para ver que me gusta con un alegrísimo deseo.
Estudiante 1: ¿Y si yo quiero enamorarme de un cocodrilo?
Estudiante 2: Te enamoras
Estudiante 1: ¿Y si quiero enamorarme de ti?
Estudiante 2: ¡Te enamoras también! Yo te dejo. Y te subo en hombros por los riscos.
Estudiante 1: ¡Y lo destruiremos todo!
Estudiante 2: Los tejados y las familias
Estudiante 1: Y donde se hable de amor entraremos con botas de fútbol, echando fango por los espejos
Estudiante 2: Y quemaremos el libro donde los sacerdotes leen misa
Estudiante 1: Vamos, ¡vamos pronto! ¡Alegría! Alegría de los muchachos, y de las muchachas, y de las ranas y...

¡Señores! Clase de geometría descriptiva

Estudiante 1: Agonía, agonía...

F.G.L.

2 comentarios:

  1. este verano tb encontré a la nada cuando viajaba sola hacia Hendaya y me dijo que esperara, que no sirve de nada ser impaciente ni forzar las cosas, que pronto encontraremos a alguien que nos lleve a hombros y nos muestre los colores de la vida y del amor...y será entonces cuando nos meteremos en su bolsa cual canguro australiano para jugar a cosas prohibidas y tapar el sol con la palma de la mano...paciencia, a estas alturas de nuestra vida milenaria tiempo es lo único que nos sobra...
    Mademoiselle Poulain ha vuelto.

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  2. Me alegro de su vuelta señorita Poulain, espero que de este viaje no se arrepienta.
    Que mentirosa es la nada, a cada uno nos dice cosas distintas. Aunque quizá somos nosotros los que oímos de diferente forma.

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