martes, 26 de octubre de 2010

Avalancha

Hoy es San Lucas, hoy es nuestro día, hoy somos la horda blanca.

Se adivina nuestra llegada desde el horizonte, como una tormenta de espuma. Somos un ejército curativo en el que cada soldado lleva una bata por uniforme, un silbato por bandera y una garganta por fusil. Una mano se alza en puño y la otra sujeta el cachi cargado de pólvora líquida. No tenemos coronel, ni disciplina, ni estrategía. Aquí toda posición es vanguardia, todo gesto es motín, toda palabra es manifiesto.

Temen los decanos nuestra terapia invasiva. Para impedirnos el paso sellan las puertas del conocimiento aun cuando ya están suficientemente cerradas. Confían la vigilancia a las porras de sus rudos perros. Pero nada detiene a la marea de batas: se filtra por puertas y ventanas, anega los pasillos, inunda las aulas.

Ante la agresión quirúrgica, el sistema se revuelve como una anguila en el lodo. El kaos pacífico es para él el más letal de los venenos y cada célula de la corrompida institución intenta resistirlo por todos los medios. En una posesión demoníaca, se adueña de la voluntad del personal de enseñanza, mantenimiento y limpieza. En sus rostros deformados por la ira se puede ver aterradoramente clara la naturaleza abyecta del régimen universitario. Solo les mueve un instinto: el orden, el orden, ante todo hay que preservar el orden, a toda costa.

Nos llevamos insultos, desprecios y cardenales. Ganamos risas, euforia y amistades. Pero obtuvimos también algo mucho más valioso: una certeza. La certeza de que toda autoridad puede y debe ser desobedecida, que solo la razón y la moral (la verdadera moral) merecen seguimiento, que ante la voluntad de estudiantes, trabajadores y pueblos nada pueden hacer rectores, policías o gobiernos.

Cada octubre se abre una brecha en los muros de la UVA. Pero un día la excepción se convertirá en la regla, un día caerá hasta la última verja, un día el blanco de nuestras batas se teñirá de rojo y de negro y se contaminaran de esos colores togas y birretes. Y entonces no habrá más cerrojos, ni porras, ni escobazos. Y un alumno no necesitará valor para decir: esta puerta no se cierra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario