miércoles, 5 de agosto de 2009

Espuma de afeitar

Goterones. Ruedan por la mampara. Que los separa en sus dos hojas. Dentro y fuera. Caen paralelos e inaccesibles a ambos lados, hasta su tumba de cerámica o algodón.

Mampara de piel: gotas de sangre, gotas de agua.

Encuentro. Del talón con la baldosa, de la baldosa con la gota, de la gota con la gota, de la gota y el talón. Que rompe filas de guerreros y tiene el ánimo de un león.

Tres latidos, del calor al frío. Vaho, pudoroso, cubre las vergüenzas al espejo. La mano lo desempaña cumpliendo la diaria violación. Tres fricciones, del opaco al transparente.

Atención, el deseo aparece en escena.

Deseo se mira. Deseo se desea.

Desea mechones de fuego mojado. Fuego negro de la primera noche. Estrellas rojas en las manos. Anchas, fuertes, rudas. Rudas estrellas de cinco puntas y una voluntad. Caen las estrellas como jengibre por el ombligo. Se toca, sonríe, se huele. Su aroma resiste las duchas y los geles y permanece atávico en su piel, enredado en su vello, perdido en lúbricos huecos. Almizcle, semen, lágrimas rancias. Sudor poplíteo y bicipital, sudor de clavículas y perinés. Glándulas de instinto.

Instinto que se derrama por el muslo hasta los pies, desnudos sobre el adoquín. Lava candente. Acero silbando. Vapor de sangre, de carne y de piel. Sublimación somática. Plasma sexual.

Espuma de afeitar.

Espuma en las manos, rellenando la línea de la vida, culminando los nudillos, enterrando las uñas, cabalgando entre los dedos y buceando sobre las palmas.

Solemne, se lleva las manos a la cara.

Huele a hombre. Huele a hombre tan profundamente que es difícilmente soportable. Huele a gemidos y huele a besos en la frente. Y a taquilla, camisetas, vaqueros. Huele a reflex y a cloro y a vinilo y a césped. A queso, a chandals azul turquesa, a baños de parís, a nombres canarios. Huele a cerveza, a canchas prohibidas, a sal y tentación.

Huele a Hombre.

Coge la cuchilla y se dispone a rasurar el olor. Se corta debajo del mentón. Fluye un río de hierro rojo por el cuello. Se escurre por la prominencia del pecado y llega hasta el manubrio del puñal.

Rojo y blanco, bodas de sangre.

Deseo mira su reflejo. Deseo desea su reflejo. Su Reflejo le abraza por la espalda y le planta un beso en el cuello.

Tacto de lengua, sabor de piel.

Sangre y espuma de afeitar en los labios.



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