viernes, 18 de junio de 2010

Lo que trae la marea

¿Quién te ha colgado el mar de las pestañas?

Tu mirada y tu ceguera son dos mares separados por un párpado. Es bastante molesto para mí, porque cada vez que guiñas un ojo me arrastras desde las aguas superiores a las aguas inferiores y me siento insignificante plankton atrapado en un torbellino que no acierto a comprender.

Parpadeas, y me elevas hacia la sima más profunda;
y me sumerges en alturas imposibles;
y me sacudes;
y me derribas;
y me agotas;
y me agitas con la violencia de una cascada ascendente.

Tu mirada es caribdis y es escila ¿cómo coño me cuelo entre tus cuencas sin caer en la trampa letal? ¿cómo escapar de tu occipital? ¿cómo desterrarte del mío? Mejor mato dos gaviotas de un tiro y me cojo una patera acueducto través. Pero me persigue tu pupila y todo se me hace agujero. Poros en la carne y en el cuero que siempre retornan a ti.

Despierto al día siguiente, náufrago de la resaka y de la espuma. Los caballitos de mar vienen a susurrarme al oído y me hablan de las praderas de algas donde yo no puedo galopar.

Es lo que tiene vivir en un desierto de agua roja.

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