sábado, 11 de julio de 2009

Cabezas de hydra

A veces pienso que la humanidad es una inmensa mole de conciencia pura de la que emergen multitud de apéndices que constituyen los individuales egos.

De su brillante y pulida superficie surgen cada día nuevos tentáculos y otros muchos se retraen y vuelven a confundirse con el todo, con la madre original.

En lo que dura su vida, los pobres e ignorantes flagelos desconocen que pertenecen al mismo organismo, que no son más que manifestaciones del mismo ser y odian, intrigan, pelean, destruyen, cercenan, a sus hermanos, a ellos mismos. Solo quieren ver su insignificante y ridícula individualidad, prisión hecha de mentira y falsedades.

Si fuera así, si, como se intuye en Schöpenhauer e insinúa Buda, no existe más que una Voluntad y no hay más que una sola Conciencia fragmentada; si todos vemos, sentimos, padecemos, disfrutamos con todos los ojos, corazones, cerebros y cuerpos de la humanidad; si todos y cada uno de nosotros somos, sin excepeción y al mismo tiempo, todos y cada uno de nosotros; entonces, todo se impregna de un maravilloso sentido, se explican las ansias más puras de las almas, la vida se llena de belleza, simetría y paz de espíritu.

Y todo queda explicado. El karma adquiere solidez científica y lógica silogística. El intelectualismo moral se eleva a la categoría de axioma inapelable y derrota, o mejor dicho, absorbe, fagocita, engulle, al individualismo más acérrimo y al egoísmo más pragmático. El capitalismo pierde sus últimos pilares que se disuelven como píldoras efervescentes. La venganza se convierte en un acto de masoquismo, y solo los suicidas volverán a matar.

Todos hemos entrevisto alguna vez esta verdad, al sentir una conexión profunda y atávica con un semejante. Esos instantes de comunión perfecta, de coincidencia sideral, de comprensión profunda y clarividente. Todos, alguna vez en nuestra vida, nos hemos sentido radicalmente unidos a Otro durante un instante, maravilloso instante en que se supera toda frontera, toda individualidad y toda soledad. Esos mágicos instantes donde se siembra la amistad y el amor y donde se dejan ver las inextricables relaciones que a todos nos unen. El regreso al arjé.

Podrán llevarse las manos a la cabeza científicos, fisiólogos y físicos pero no me quitarán esta certeza, que, a parte de ser una fe, una alegría y un impulso, es a mi juicio una teoría plausible, si no necesaria, para explicar la escurridiza multiplicidad de las almas. Pues o no existe ninguna o solo una existe, ya dijo Ockham que es un error multiplicar los entes sin necesidad. Por eso me armo con su estilete para rebanar los orgullos y cercenar las ambiciones, tal es la misión de esta guillotina de vapor, que coge el relevo de la mencionada navaja.



Todos los misterios nos han sido desvelados.

Todos los pecados nos han sido perdonados.




2 comentarios:

  1. Maravilloso

    El mismo pensamiento lleva rondándome desde que tengo uso de conciencia. No estoy loca, existe. Existe porque lo he sentido unas pocas veces. Esa conexión existe. Y John Lennon tampoco estaba loco.

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  2. No se quién eres, pero me gustaría comunicarme contigo, ya que parece que compartimos ideas y ¿casualmente? has leído mi blog.
    Si por casualidad lees esto dejame un rastro que seguir.

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